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Reseña del documental ¡Salud! En la revista MEDICAL HISTORY

¡SALUD!, documental norteamericano co-producido por MEDICC, trata sobre el sistema nacional de salud y la cooperación global en salud de Cuba. Se estrenó en el 2006 por el Dr. Paul Farmer en la Universidad de Harvard. Desde entonces, han visualizado el documental unas 100,000 personas en el mundo entero, y está siendo utilizado en las aulas de universidades desde Sudáfrica hasta Canadá y EEUU.

Y sigue teniendo importancia, como indica el comentario aquí, de la revista MEDICAL HISTORY, publicado en su número 59 del 2015!

Para obtener una copia del documental (de 90 minutos) para uso docente, favor escribir a: mradmin@infomed.sld.cu

Med. Hist. (2015), vol. 59(2), pp. 347–348.

The Author 2015. Published by Cambridge University Press 2015

 

RESEÑA DE LOS MEDIOS

 

¡Salud! Película en DVD, dirigida por Connie Field (Decatur, GA: MEDICC, 2006)

http://saludthefilm.net/

¿Qué pasaría si los estudios de medicina fueran fuera gratis? ¿Qué pasaría si cada médico tuviera que pasar un tiempo viviendo entre la gente pobre y socialmente excluida? ¿Cómo estos cambios alterarían la profesión médica y la práctica de la medicina en términos más amplios? La película ¡Salud! [2006] nos alienta a reflexionar sobre el significado del derecho universal a la salud y, y lo que es más importante, la calidad de la atención, al seguir a los médicos cubanos y graduados de la ELAM, escuela de medicina gratis en Cuba.

Aunque la película explora el impacto global de la excepcional diplomacia médica de la isla, deja a un lado comentarios abiertamente políticos para enfocarse únicamente en el impacto local e internacional de los proveedores de atención de salud. Sin embargo, no es difícil reflexionar sobre el impacto hemisférico e histórico de Cuba más allá de lo que se presenta en este film. El modelo de atención de salud que surgió en Cuba es tanto un producto de la revolución como del embargo de sesenta años de Estados Unidos contra la isla. Lo primero, la revolución, preparó las bases ideológicas para la atención comunitaria, mientras que lo segundo, el embargo, obligó a los cubanos a desarrollar un sistema de de salud basado en la atención preventiva.  Sencillamente, Cuba no pudo afrontar los gastos y retos implicados en la atención a una población no saludable, así que buscó la forma de contener las enfermedades antes que se propagaran. Un componente vital para este plan fue contar con profesionales de salud capacitados.

Para el año 2005, Cuba tenía 70 594 médicos, cerca de un médico por 159 habitantes, y más de 447 000 trabajadores de la salud. Dado estas cifras, una gran parte de  ¡Salud! se dedica a seguir a los médicos de familia—la base del sistema de salud cubano—mientras hacen visitas a los hogares de sus pacientes y vecinos.  Los médicos se dirigen a cada paciente por su nombre, conocen sus historias clínicas, y detectan cambios en la salud porque, como profesionales, se identifican a sus pacientes individualmente, pero también como residentes que conviven en un vecindario específico.  El ingenio de hacer mucho con muy poco es un elemento central en el filme: vemos equipamiento médico deteriorado cuyo uso ha sido reajustado para que continúe funcionando más allá de una vida útil normal. También seguimos a médicos por la Cuba rural donde hayamos campesinos que, a pesar de su pobreza, tienen acceso a procedimientos quirúrgicos capaces de salvar sus vidas. La pobreza material, evidente en las salas de espera con pintura descascarada, y anotaciones en historias clínicas con pluma y lápiz en vez de computadores, se desvanece cuando el espectador se da cuenta que en esta isla todo el mundo tiene derecho a una misma atención.                               

A la vez, vemos a médicos cubanos fuera de Cuba…en el terreno en la Gambia, en las comunidades marginadas de Venezuela, y en Honduras después de un devastador huracán. Cada uno de estos ejemplos es diferente y fascinante porque ilustra cómo las brigadas médicas cubanas se adaptan a las demandas culturales en cada lugar donde trabajan.  La respuesta inicial es brindar atención inmediata en amplias áreas pobres y desatendidas. Pero, al final, el modelo cubano busca capacitar a los médicos locales para que les brinden atención a los suyos. Por ejemplo, en Venezuela una joven médico de los cerros de Caracas se benefició de los servicios de los médicos cubanos y se inspiró tanto por su trabajo que ella misma se convirtió en médico capacitada, por supuesto, en [por] Cuba.  Ahora vive en el mismo barrio pobre de Venezuela, pero ahora como médico de familia que brinda atención a sus vecinos.

Posiblemente la parte más provocadora del filme es la Escuela Latinoamericana de Medicina (la ELAM), una facultad de medicina gratuita abierta a cualquiera que aspire a ser médico y provenga de alguna parte del mundo que carezca de atención médica adecuada.  Además de estudiantes de toda América Latina y África, hay docenas de Estados Unidos.  Estos últimos proceden de regiones de bajos ingresos o barrios marginales urbanos, estudiantes que a pesar de sus excelentes notas, y aún con becas parciales, se han visto imposibilitados a matricular en las facultades de medicina en Estados Unidos.  Es en momentos como estos—y hay varios en la película—cuando uno debe hacer una pausa y cuestionar qué hemos perdido y qué estamos perdiendo con los altos precios de las escuelas de medicina.  Pero más importante aún es el tema de quiénes han sido dejados fuera de la educación médica por falta de financiamiento o por la incapacidad de adquirir lo que para muchos sería una insuperable deuda.

Es obvio que graduarse libre de deudas permite a los estudiantes escoger la ruta y la especialidad que aprovecha mejor sus fortalezas individuales. Mientras hay ciertos médicos cubanos que eligen la profesión en busca de ganancia financiera—la película muestra al menos un ejemplo—la mayoría de los incluidos en el filme parecen haber elegido su profesión porque disfrutan ofrecer cuidados a las demás personas. Más de 4000 estudiantes extranjeros se han graduado de las escuelas de medicina cubanas desde 1966. Todos reciben una formación que les prepara para convertirse en médicos dedicados al servicio público.

Apariciones especiales del antropólogo y médico Paul Farmer, del Presidente Jimmy Carter, y de varios académicos y funcionarios de gobiernos de todo el mundo sirven para ofrecer el contexto global de la singularidad del sistema de salud pública cubano.

A la vez que inspirador, el filme es aleccionador. Vemos claramente como el acceso a una buena atención en salud puede transformar barrios, regiones e incluso países enteros.  Pero también debemos reconocer que Cuba es una isla, una isla socialista cuya singular geografía, historia y orgullo nacionalista están construidos sobre la idea de la comunidad y la ayuda mutua. Sería difícil replicar este modelo en otro lugar y los médicos cubanos que aparecen en la película están conscientes de esto.  De hecho, hacen hincapié en que el modelo de atención de salud cubano no es para reproducirse—sino más bien que la base de sus éxitos se encuentra en la ideas de salud enfocadas en la dignidad de los pacientes, la noción de que cada paciente es importante no importa cuán pobre o cuán enfermo, y la obligación de los médicos de deberse a la comunidad.

Aunque los estudiantes y profesores de las escuelas de medicina son los que sin duda se beneficiaran con ver este documental, la película será especialmente valiosa para aquellos que enseñan historia de la medicina o cursos de salud pública o aquellos interesados en cuestiones de desarrollo, o modelos de atención de salud en el mundo. Este filme también se recomienda para los cursos de historia general de América Latina, para profesores que desean destacar el papel innovador de la región en medicina y salud pública. Y la película es especialmente importante para los estudiantes universitarios de pregrado, incluso aquellos que no estén especialmente interesados en salud y medicina, porque pone en perspectiva la conversación sobre Cuba y la relación de nuestro país con esta nación.

Gabriela Soto Laveaga

Universidad de California, Santa Barbara

Estados Unidos

Correo para correspondencia: gsotolaveaga@history.ucsb.edu